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Rescatando el sueño...
Es probable que el sueño de igualdad en la dignidad para toda la humanidad sea una idea original de los primeros cristianos,
antes de ser creada la Iglesia y el proyecto igualitario cristiano se convertir en una más forma de dominación de los hombres
por los hombres, que fue lo que en el fondo se convirtió la iglesia como institución, sea católica, ortodoxa o protestante.
Este sueño, después de estar dormido por largos siglos sobre la sombra de las grandes iglesias monoteístas y sus visiones del
mundo nihilista, fue permitido ser revivido con la era de las luces.
Sueños como la igualdad en la dignidad de los cristianos, adicionadas a sueños como la igualdad de derechos, libertad de credo,
de pensamiento, de expresión y conceptos como la ciudadanía, que culminarán con las grandes declaraciones de los Derechos de
los Hombres, sean ellas en sus versiones inglesa, americana o francesa.
Con las revoluciones burguesas de Europa Occidental y América del Norte, estas ideas fueron finalmente colocadas en el poder,
pero de cierta forma limitadas por el poder del capital, que solamente los burgueses detenían finalmente, y el proyecto de dominación
de los hombres por los hombres siguió. Con la falta de una real igualdad, nuevas ideologías fueron surgiendo. Ideologías que exponían
la continuación de la exploración del hombre por el hombre, la dominación sobre nuevas formas, no como antes, pero, igualmente
esclavizantes, pues ¿cómo ser libre sin conocimiento, sin tiempo, sin acceso a la salud y nutrición, sin una perspectiva y
sin un futuro? Y sin eso ¿cómo la igualdad podría ser meramente considerada? Y así se fueron formando las izquierdas
como las conocemos, buscando, sobre todo, el sueño de que los productores de riquezas pudieran tener acceso a esa riqueza
que ellos ¡ayudaban a producir! Y sobre todo es ese ideal que no debemos olvidar, y mientras no sea alcanzado, ¡La búsqueda
debe continuar!
Y no es que yo no entienda lo que Nietzsche tan cruelmente nos mostró con su crepúsculos de los dioses y de los ideales donde
podamos intercalar también nuestras nuevas religiones terrestres como el anarquismo, el consumismo, el socialismo o hasta el mismo
fascismo (pero, esa de derecha), con sus ídolos propios que cobraron tantas vidas humanas en su nombre durante el último siglo;
solo es que también yo no creo que el resultado práctico de sus ideas, como la tecnologización sin propósito del mundo, tan bien
expuesto por Heidegger, y su hijo, el capitalismo liberal, global e igualmente sin propósito, sean reemplazantes plausibles
para los ideales humanos de igualdad de oportunidad y dignidad, aunque que ahora no trascendentes, mas humanos,
demasiado humanos.
Entonces las izquierdas, además de encontrar una forma práctica para la búsqueda de igualdad de los hombres, sin ismos
dictatoriales, sin absurdos masacres en nombre de nuevas formas de religión sin Dios, y que probaron ser nada más que otra forma
de dominación de los hombres por los hombres y de las más crueles ya vividas por la humanidad, todavía tienen que probar que
Nietzsche, a pesar de estar en lo correcto en casi todo lo que dice, vio la luz, pero, ella no ilumino sus pequeñas
certezas.
Arriba
Lo errores y los desafíos…
No es que el sueño de que los trabajadores tuvieran acceso a las riquezas que producían no ocurrió, al contrario, ese sueño ocurrió,
pero, no en los países dominados por los ismos de las izquierdas. Ocurrió en los países que hoy son conocidos como
de primer mundo, notoriamente en los Estados Unidos. La ironía es que sobre esa óptica, el país que más combatió a las izquierdas
como ideología es el país que mejor cumplió con sus más ambiciosas promesas. El sueño americano al final no es tan diferente del
sueño de las izquierdas.
La verdad es que la amenaza que representaban las ideologías de izquierda, hicieron que a los pocos, en estos países, las élites
burguesas fueran otorgando derechos a sus ciudadanos, como los derechos a la educación, derecho a la salud, derecho al voto,
derecho a la seguridad social, y en este proceso iban creando trabajadores mejor formados, los que eran capaces de crear productos
y servicios con un mayor valor agregado y siempre al frente del resto del mundo. Y así eran igualmente mejor remunerados pues generaban
más valía, además de componer poderosos mercados consumidores, que justificaban la industrialización en sí, pues tenían capacidad
de consumir la producción en escala las cuales eran cada vez más excelentes en hacer, generando riqueza y bienestar para sus
ciudadanos a niveles nunca antes experimentados por la humanidad.
Y quizá eso ni sea lo principal. De la misma forma que en las religiones con Dios y con su moral civilizatoria, el peor problema
de las religiones terrenales sin Dios, con sus gobiernos totalitarios, está en el desprecio por el lado individual de las personas.
En nombre de la colectividad, el ser humano como individuo busca ser anulado como política de Estado. Y el ser humano obviamente
no es un ser solamente colectivo. Él tiene deseos y motivaciones personales que, si masacrados sistemáticamente, corroerán y
destruirán su alegría de vivir y, contrario al propósito original, su deseo de construir y su capacidad de crear. Nadie puede
ser feliz haciendo solamente lo que debe. Acciones impuestas, sin libertad para escoger, son como risas forzadas, no se
sustentan. Estados así fueron grandes ilusiones que además de haber exterminado a millares, mataron en vida a muchos otros.
No, no y ¡no! ¡El paraíso en la Tierra no es eso! E infelizmente muchos pagaron para enseñarnos eso, por lo tanto, izquierdas,
¡aprendamos!
El siglo XX vio a la humanidad alcanzar niveles de productividad que permitieron algo realmente nunca antes pensado: vislumbrar,
mismo que rápidamente, que realmente pudiésemos producir alimentos y bienes en cantidades suficientes para todos. En los países ricos
del primer mundo, esta semejanza es todavía más real, llegando tal vez a alcanzar con cierto exagero en el consumo y en el desperdicio,
especialmente en los Estados Unidos.
Pero, al final, ¿qué es que los Estados Unidos tiene de especial?, ¿cuál es la gran fuerza
de América? ¿Su sistema de enseñanza? ¿Su capacidad de trabajo? ¿Su organización? ¿Sus fuerzas armadas todopoderosa? ¿La belleza
o la bondad de su pueblo? ¿Su fe inquebrantable? ¿Hollywood? Quien sabe de todo eso, pero sin tener dudas, nada comparado con su
mercado interno. La fuerza del mercado interno americano es tan grande que si alguien decidiera vender allá mierda, seguramente
alguien la compraría. Entonces, fabricando y vendiendo mierda, el emprendedor tendría condiciones de invertir en su negocio y
pasar a hacer una mejor mierda. Entonces, cuando el mundo reconociera que comprar mierda es deseado o necesario, los americanos
ya harían la mejor. Y fue así con casi todas las industrias del siglo pasado, desde automovilística y aeronáutica hasta de simples
cintas y papel para regalo, pasando por los polímeros, electrodomésticos, microchips, micro ondas, software, computadoras personales,
mainframes, fotocopiadoras, fax, post-it, cintas adherentes, nuevas ligas metalúrgicas como las que usan el níquel o el titanio,
compuestos de carbono, la música, el cine y el deporte como industrias. Hasta en el mercado editorial ellos salieron adelante con
los libros tan rentables de auto-ayuda. ¿Ventas? Inventaron toda la cosa: ¡metas, motivaciones y todo lo demás, con cursos, libros y
talleres! ¿Y con relación a la industria de producción audio-visual? Nadie en el mundo produce como ellos. ¿Mierda? Puede ser, pero
más que eso, es empleo, es renta, es consumo, es producción, que es más empleo, que es más renta, que es más consumo, que es más
producción, siempre con la ciencia por detrás para producir ¡más, mejor y más barato! ¡Esa es América! Entonces, en verdad,
criticar el consumo americano, como actualmente tanto se gusta hacer, es lo mismo que criticar su mayor fuerza, sin la cual no serían
lo que son.
¿Imagine el mundo actual sin los polímeros? No habría ni algodón, ni lana, ni madera, ni caucho suficientes sin ellos. Esto nos lleva
a dos puntos. Primer punto: el sueño americano nunca se dejo abatir por el pesimismo Malthusiano, y en lugar de congelarse de
miedo ante la obvia limitación de recursos, siempre buscó las soluciones, por sustitutos de altura y a veces mejores, teniendo eso
hasta el día de hoy con buen resultado en este contrato. Los Estados Unidos consumen hoy 30% de la energía del mundo, con una
población alrededor del 5%. No conozco los números, pero me imagino que el primer mundo consuma un 60% de la energía del mundo
con un máximo de 15% de su población. Pero con eso, todo el planeta sufre desesperadamente, a tal punto que para muchos, ya están
al borde de un colapso total en términos de amparar la vida humana. Esto nos lleva al segundo punto: ¿Qué sucedería con la Tierra
y con la humanidad si el sueño americano y el ideal de las izquierdas realmente se cumpliera para todo su conjunto de seres y para
todas las naciones? He aquí un desafío a más, pues ¿no sería exactamente eso lo que queremos?
Las teorías de que el mundo es ampliamente dominado por pocos son hasta plausibles y aliviadoras, pero vemos con la crisis
que actualmente nos abarca mundialmente que no son exactamente reales. Wall Street y la City se derrumbarán y con ellas todas
sus verdades absolutas, sus intocables dogmas. El capitalismo actual puede finalmente ser visto como realmente es, ¡una gran
bestia sin cabeza!
Y no es que yo no estea de acuerdo con Adam Smith y su liberalismo económico, cuando postula que la libre concurrencia tiene el poder
de regular los mercados en favor de los consumidores. Si, es verdad, pero solamente cuando tenemos libre concurrencia en su sentido
pleno. Existen sectores de la economía que tienden a nunca estar sujetos verdaderamente a la libre concurrencia, marcadamente
los que exigen gran capital inicial o los que cuya necesaria demanda coinciden con casi toda la demanda global. Y cuando los
monopolios u oligopolios son formados, o peor, son necesarios, y usan su globalidad para estar siempre por encima de las leyes que
les prohíben o los limitan y por encima de los intereses de la humanidad y su declaración de los derechos, no es exactamente los
consumidores los que son beneficiados. O cuando por exceso de oferta de crédito, bienes e inmuebles alcanzan valores muchas
veces superiores a su costo, generando una falsa valorización sustentada por financiamientos obviamente insolventes, no será
exactamente la libre concurrencia que conseguirá regular la situación cuando la falta de lastre de los papeles emitidos con
base al futuro recibimiento de estos financiamientos se vuelva evidente.
Y no creo, todavía, que el capitalismo que vivimos hoy, sin fronteras, sin frenos y sin izquierdas, completamente en las manos de
empresas que, por mas bien intencionadas que sean, tienen siempre como ídolo la mayor satisfacción de sus accionistas, quienes
nada más quieren que el lucro, y que por ser globales y tan grandes dominan de muchas maneras nuestras vidas, nuestros países,
nuestros gobiernos, pueda estar conscientemente e seguramente trayendo a la humanidad, o al mismo planeta, bienestar general.
Lo que en verdad más me parece es que nosotros, ciudadanos, estamos por perder casi todo lo que se nos fue concedido por las
revoluciones burguesas, que sería, por más mínimamente que fuera, la capacidad de influir en el destino de nuestro país y en
consecuencia, en nuestro propio destino.
En verdad, el mundo globalizado no es exactamente el problema y puedo llamarme un hijo de la globalización. El mundo globalizado
es más humano y más libre, en el sentido de que el individuo que se globaliza se vuelve más consciente de las posibilidades
de la humanidad en sí, se vuelve más tolerante, más humano y más libre. Lo que me lleva a creer que un país formado por ciudadanos
globalizados sería igualmente más humano. El problema es nuestra incapacidad de crear mecanismos para dominar esta bestia sin
cabeza que se volvió el actual capitalismo globalizado, que por no tener dirección, no tener propósito más allá del lucro,
muchas veces no alcanzado, puede no nos estar llevando realmente para un mundo donde los trabajadores tengan acceso a las riquezas
que producen, inclusive, por no tener cabeza, puede no estar nada, absolutamente nada, más allá de solamente estar
existiendo.
Estos son los desafíos que se nos presentan, no son las izquierdas, sino mas bien ¡toda la humanidad!
Arriba
Un nuevo camino…
Antes de seguir, debemos recordar aquí de lo que estamos realmente hablando. Somos las izquierdas, nacidas junto con la revolución
industrial, hija de los avances científicos propiciados por el modelo experimental y casual, hija de las riquezas generadas por el
descubrimiento y por la exploración de las Américas, sobrina de las reformas en la iglesia cristiana occidental, y nieta del
renacimiento. No estamos hablando de vivir en otro mundo, por ejemplo del pasado, como ciertas sectas, que niegan los beneficios
de la revolución industrial y predican una vuelta a la manera de vivir anterior a ella. Ni hablando de volver a vivir junto a la
naturaleza, en comunidades como las indígenas donde la propiedad es colectiva. Ni hablando de negar la globalización. Ni hablando de
negar la ciencia y sus beneficios, bien como los desafíos que ella misma haya creado para la humanidad, en una proporción tal vez igual
al de sus soluciones. La infinidad de posibilidades para la vida humana en esta Tierra es enorme y no las critico yo. Solo que
no se trata de lo que estamos hablando acá. Estamos hablando del mundo en el cual vivimos y buscamos crear mecanismos para que
los trabajadores puedan tener acceso a las riquezas que ayudan a producir. Sin con eso, obviamente, ¡destruir al planeta! Aclarado
eso, podemos proseguir.
El camino a ser marcado por las izquierdas no debe más seguir los errores del pasado. Basta de religiones terrenas prometiendo el
paraíso en la Tierra, en nombre de la cual se pueda matar o esclavizar, basta de gobiernos totalitarios, basta de la falta de
libertad de expresión o del derecho de discrepar, ¡basta de mutilar el alma humana con la dictadura del colectivo!
Aprendamos, pues, con quien ¡algo logró! ¿Cuál sería el ciclo virtuoso del primer mundo? Y aquí, por favor, olvidemos por
un minuto sus políticas externas que tanto nos afectan o afectaron por siglos, como por ejemplo con la dominación de Asia y África en
forma de colonias, con dos guerras mundiales, con el holocausto, con una guerra fría sin fin que dividió al mundo en dos y que genera
víctimas hasta el día de hoy, con las guerras por el petróleo que probablemente solo están comenzando. Sí, es difícil, pero
hagamos ese esfuerzo y nos concentremos en lo esencial. Su ciclo virtuoso es compuesto por la cadena de empleo, renta, consumo,
producción, todos sustentados por la ciencia y por la inventividad.
La inventividad descubre o inventa algo que puede ser consumido, para ser consumido pasa a ser producido, al ser producido
genera empleo, con empleo, el trabajador pasa a tener renta, para consumir lo que fue producido. La ciencia inventa medios de hacerlo
en mayor cantidad, mejor y más barato. Con eso, mas personas pueden consumirlo con la misma renta. Eso no es aumento de renta pero
es aumento en el poder de compra de la renta, pues permite comprar otras cosas con la misma renta. Entonces más consumo demanda
más producción, la cual genera más empelo y renta. No me tomen por inocente, yo sé bien que el aumento de tecnología en la producción
en general exige menos mano de obra, o sea, menos empleo, y menos empleo significa menos renta y menos consumo. Pero producir
en mayor cantidad y más barato no es indeseable. Más allá que aumento de la productividad es también el resultado de un trabajo,
hecho por personas más bien capacitadas y mejor remuneradas. Por lo tanto, el segundo efecto de eso, que es el aumento de la
calificación de la mano de obra, tampoco es indeseable. Mano de obra calificada y mejor remunerada, lo que en un análisis
final nos lleva a la generación de demanda por servicios como comercio, transporte, entretenimiento, turismo, etc., además de más
o mejor calificación. Todo siempre en escala, generando, de nuevo, empleo y renta.
Productos producidos en escala a punto de poder ser consumidos en escala, por una clase trabajadora que se califico y engroso el
sector de servicios, aburguesando su modo de vida, y volviéndose la tan poderosa clase media de los países de primer mundo. Este
finalmente es el resultado del ciclo virtuoso del primer mundo. Y ¿qué es lo que sería exactamente una clase media trabajadora y
con poder de compra? Pues, nada más y nada menos que ¡trabajadores teniendo acceso a la riqueza que producen!
Y por lo tanto, este ciclo que debemos proteger, ayudar a crear y desarrollarse en nuestros países. ¡Este es el
camino!
Debemos crear condiciones para que la renta pueda ser aumentada, o sea, que al aumentar la renta, no se aumente la inflación,
o mejor, que con el aumento de la renta no se disminuya su poder de compra, de consumo. Eso solo puede ser hecho con el aumento
de la producción. Un aumento de producción atendiendo al aumento de consumo de modo que no haya desabastecimiento e inflación.
Y de modo que pueda atender mercados externos con exportaciones que puedan permitir el aumento de las importaciones de los productos
que todavía no se producen internamente con excelencia o competitividad. Eso va exigir una política de Estado que defina como
aumentar la renta y como aumentar la producción para posibilitar este aumento de renta.
No debemos de olvidar, pero, al crear esta política, de los peligros de ir contra la libre concurrencia y la libre iniciativa,
de los peligros de las instituciones débiles y de la concentración del poder del Estado, de los peligros del calentamiento global y de
las prácticas capitalistas depredadoras, de los desafíos de la globalización. Y por tanto, para eso, les presento una serie
de directrices:
Arriba
Economía y Globalización:
- Basado en los potenciales, nato o desarrollados, del país o de su gente, incentivar el alcance de la excelencia en la
exploración de estos potenciales.
- Fortalecer el mercado interno, creando mecanismos para que la distribución de la renta sea mantenida o
desarrollada.
La primera directriz sugiere que la política de producción, sea industrial o agrícola, debe escoger sectores en que el país sea o
pueda ser excelente, e incentivar su desarrollo de todas las maneras posibles, sea como educación direccionada,
leyes específicas, incentivos fiscales, facilidades de financiamiento, apertura de nuevos mercados, y así en adelante.
Sobre la cantidad necesaria de sectores con excelencia a ser incentivadas para que los objetivos sean alcanzados, todo dependerá
del tamaño de la población del país. Un país con menos de 10 millones de almas necesitaría de unas 3 o 4 industrias competitivas
regionalmente o mundialmente. Un país con más de 100 millones, necesitaría ser excelentes en casi todas las industrias.
De allí se puede medir el tamaño del trabajo en adelante.
Solo la excelencia ira garantizar la competitividad necesaria en este mundo globalizado. Y para los países que necesitan
avanzar muchas décadas en unas pocas, será mejor que el potencial ya exista.
La primera directriz sin la segunda no lleva al ciclo virtuoso, por lo tanto esta es imprescindible y esencial. Un primer paso
podría ser aumentar la renta. Y como izquierdas solo podemos pensar en aumentar la renta de los menos favorecidos, de los que ganan
menos o no ganan nada. Y sobre esta óptica, inclusive, que las políticas de protección social del primer mundo se basan en cuando
remuneran de alguna forma a los desempleados.
Hacer con que el Estado dé dinero a los pobres parece una forma de institucionalizar la limosna, y con metas electorales, algunos
podrían decir. Pero, dentro de la óptica del ciclo virtuoso, sus objetivos son mayores y se justifican por su amplitud. Aumentar
la renta de una clase que no consume es generar demanda para una industria generalmente local: alimentos, transporte, vestimenta
de baja renta. Esa industria local entonces ira buscar aumentar su producción, generando con eso más empleo, renta y consumo,
lo mismo que en los otros sectores, comenzando así el ciclo virtuoso, que la primera directriz entonces buscará sostener y
garantizar.
Arriba
Estado e Instituciones:
- Modernizar el poder judicial para que el no proteja ni las élites, ni el capital, ni el gobierno. Para que el pueda ser,
al final, justo.
- Buscar dividir de una forma balanceada el poder del Estado, de manera que él nunca pueda ser concentrado en la mano de pocos,
pero también, de la misma forma, garantizar la gobernabilidad.
Máximas populares: El poder corrompe, el poder absoluto corrompe absolutamente y Dos cabezas piensan mejor
que una.
¿Porque concentrar el poder?, ¿permitir a la corrupción?, ¿reducir el número de cabezas pensantes?
El poder del estado debe ser siempre dividido, equilibrado, balanceado, protegido de la ambición humana, protegido de nosotros
mismos. Y cuánto más gente pensando en los problemas y buscando soluciones, tendrán más chance de encontrarlas y también más
rápidamente.
Arriba
Educación y Globalización:
- Un gobierno debe confiar en su pueblo, dándole siempre los medio para que se desarrollen como ciudadanos y
profesionales.
- Valorizar y proteger la cultura y tradiciones locales, no como únicas o mejores, pero, como la suya. Y de la misma
manera siempre tolerar y aprender con las demás culturas, incentivando el intercambio entre ellas.
Es imprescindible que los trabajadores tengan una mejor preparación para poder, de esa forma, sostener el aumento de producción
que las políticas industriales o agrícolas esperan generar. Eso no puede ser aplazado ni menospreciado.
Arriba
Paz y ONU:
- Perseguir la paz entre los pueblos y naciones.
- Buscar fortalecer la ONU como una organización capaz de garantizar un forum para el dialogo e debate entre las naciones,
visualizando el mantenimiento de la paz.
No se construye en estado de guerra, con la constante posibilidad de que todo venga abajo. Nada es más productivo para la
humanidad que un constante estado de paz. Todo mundo debe concordar con eso, excepto las grandes industrias armamentistas del
mundo, que tienen sede exactamente en las únicas cinco naciones que son miembros permanentes del consejo de seguridad de la ONU.
O sea, la ONU como hoy está diseñada no puede ser capaz de garantizar un mundo de paz. Además de eso, por estar en suelo americano
e este ser el país que más contribuye en su presupuesto, son obviamente posibles los desequilibrios, por no decir evidentes.
Por otro lado, un mundo globalizado necesita y continuará necesitando de una fuerte Organización entre las Naciones. Y no
solamente en la cuestión de la paz, sino también en el ámbito de los derechos humanos y de los tribunales internacionales, en el
ámbito de la relación entre las naciones, del comercio, del trabajo, de la salud, de la educación, de la ciencia, de las culturas,
de la protección infantil, de la mujer, del combate a la esclavitud y el tráfico internacional de personas. Exactamente como la
ONU viene actuando.
Por lo tanto, lo que se necesita ser hecho es reformarla, y principalmente en los puntos: consejo de seguridad y financiamiento
de presupuesto.
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